El pasado viernes 23 de marzo fue el 125 aniversario del nacimiento del artista. No se llamaba en realidad Juan Gris, pero los periódicos, guitarras y fruteros que plasmó en sus lienzos llevarán siempre ese seudónimo que adoptó José Victoriano González al menos desde 1905 para dar a su obra el toque francés que él sentía.
Hijo de padre merchante, estudió en la escuela de artes y oficios de Madrid y trabajó como ilustrador de publicaciones como Blanco y Negro durante su adolescencia, antes de mudarse a París. Allí cambió su acomodada vida por Montmartre y conoció a Pablo Picasso y Georges Braque.
Los manuales de arte le califican como el tercer pintor cubista en su jerarquía, por detrás de éstos, pero el propio Juan Gris se refería así a su pintura: «Cézanne va hacia la arquitectura, yo parto de ella, por eso compongo con abstracciones (colores) y compongo cuando esos colores han devenido objetos… Esta pintura es a la otra lo que la poesía a la prosa».
En 1912 introdujo el collage en sus obras y tres años después, sus primeros cuadros de tonos grises se tornarían de colores. El tópico de que «era un hombre gris» le acompañó siempre. A Federico García Lorca le parecían sus obras «expresiones esquemáticas y frías», aunque reconocía la lírica «que tienen las guitarras enlazadas con ese delicado sentimiento de peces nocturnos». Más comprensión recolectó la magia de sus números y sus proporciones de color por otros poetas de la Generación del 27, como Gerardo Diego. A su muerte, en 1927, escribió: «Entretanto/ yo persigo el destino/ obtenido en el roce de tus pensamientos inclinados».
Una aguda crisis asmática le detuvo con solo 40 años. Su delicada salud ya le había obligado a desplazarse a Boulogne-sur-Seine en 1922. Aunque llegó a saborear el éxito antes de morir. En 1924 las obras de Juan Gris empezaron a cotizarse. Sus últimos años son los de sus creaciones más conocidas como «La mujer del cesto», «El libro rojo» o «El mantel azul». Hoy sus restos descansan en el cementerio de Boulogne-sur-Seine y el mundo del arte tan solo imagina lo que hubiera podido crear Juan Gris si la vida le hubiera dado unos años más.