Bajo la bomba: Arte en la Guerra Fría (1946-1956)

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Al término de la II Gran Guerra Francia estaba desecha. París, que hasta entonces había sido el centro aglutinador de todas las vanguardias artísticas, cedía a regañadientes el testigo a Nueva York. E.E.U.U. no había vivido la guerra en sus carnes y se convertía así en luz de guía para Occidente frente al bloque soviético. Comenzaba a incubarse la Guerra Fría y el fantasma del comunismo oprimía a la población estadounidense gracias a la cultura del miedo impulsada por su gobierno. ¿Cómo vivió el mundo del arte este convulso período?

Bajo la Bomba se ocupa de la época transcurrida entre 1946, final de la Guerra, y 1956, con la hostilidad entre los dos bloques ya plenamente desarrollada . Se centra en el arte realizado en Francia y Estados Unidos, en el diálogo entre ambos países en casi todas las esferas, en su paulatina evolución, que encumbró a muchos y echó a algunos en un
olvido difícil de explicar. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) nos presenta una completísima selección de artículos de prensa, libros, fotografías y, por supuesto, obra pictórica, que ayudan al visitante a aproximarse a la compleja realidad sociopolítica de aquellos días.
La exposición sigue un estricto orden cronológico y se desarrolla en dos de las plantas del museo. Es difícil apreciar una transformación artística e histórica tan sutil en un período tan corto, de ahí lo acertado de disponer de materiales no solamente artísticos. En diez años, el riquísimo mosaico conceptual del arte francés va cediendo terreno al expresionismo abstracto americano, encabezado por Pollock, que será la tendencia de más éxito en años venideros. Los artistas estadounidenses pasan de un optimismo contenido, tras el final de la guerra, a una suerte de miedo subyacente que puede apreciarse en sus cuadros y evolución estilística. La crítica acompaña, pero los primeros ensayos atómicos y la posibilidad de una guerra total, los sume en una incertidumbre angustiosa. Por otro lado el arte francés, individualista en la  variedad de sus registros y manifestaciones, deja de valorarse como antaño y muchos pintores comienzan a redescubrirse aún en nuestros días.

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Con un objetivo difícil de explicar a priori y una disposición por fuerza compleja para el visitante, Bajo la bomba, sale airosa de casi todos sus planteamientos. Primero, por el simple placer de contemplar a los Picasso, de Kooning, Kandinsky o Pollock conjuntamente en una sola muestra (la variedad de artistas es tal que no tiene cabida aquí) y segundo, por la sabia combinación de material puramente artístico con otros documentos que nos ayudan a comprender la magnitud de un proceso que no cabe sólo en un lienzo.

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